EL PARAÍSO DE LOS MEDIOCRES

GAZZETTA DEL APOCALIPSIS

Ecce-homo borja

Sucede en todos los países del mundo.

Desde hace siglos, quizás desde siempre.

Se trata de un mal que se ha extendido como una infección y que aqueja a todas las sociedades: el mundo está gobernado por los “peores”.

Las personas con menos escrúpulos y menor empatía hacia los demás acostumbran a alzarse con los puestos de poder.

No se trata de una oscura conspiración: sigue las mecánicas lógicas de funcionamiento del propio Sistema, basado en la más desenfrenada competitividad y en el darwinismo social.

Solo los que compiten mejor, es decir, los que albergan menos barreras morales y emocionales a la hora de actuar en su propio beneficio alcanzan los puestos dirigentes.

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Es algo que sucede constante e invariablemente en las grandes estructuras jerarquizadas, como por ejemplo las corporaciones transnacionales y sobretodo, en los partidos políticos, máximo exponente de estas mecánicas de ascenso social.

Es así, no seamos ingenuos:…

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CEREZAS SERIADAS

Hace poco mi primera juventud, encarnada en las películas y series que ví, me rondó. Fue gracias a las charlas que el Grupo Hélice de escritores  organizó en bibliotecas de Zaragoza en el mes de Mayo. En concreto en la «Javier Tomeo» (en El Rabal) Por cierto, Javier Tomeo ha muerto hoy-, Óscar Sipán me trajo multitud de aspectos insólitos y desconocidos del cine con su conferencia sobre una de sus pasiones, «Anecdotario del cine en Aragón. Rodajes y literatura»Y en la»Lázaro Carreter» (en Torrero), Sergio del Molino nos propuso valorar la estrecha y evidente (aunque no para todos los asistentes) relación entre la literatura y las series: «Las series de televisión como última frontera en la literatura. De Tolstoi a Breaking bad, un viaje a la narrativa moderna».

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Y, ¡cómo no!, Twin Peaks fue largamente comentada. ¡Qué tiempos!. Adoré a David Linch en sus largometrajes y esta serie fue el abandono en la cuneta de los restos de infancia pegada al cuerpo que me colgaban.

David LynchCuando aquí se apostaba por «Al salir de clase» y «¡Ay, Señor, Señor!». Cuando aún rezumaban tedio mis principios de tarde en familia penando por «Cristal», «Dinastia», «Falcon Crest» o «Remington Steele». Apareció la pregunta que nos obsesionó a todos: -¿Quién mató a Laura Palmer?- Y esa rubita helada dentro de un saco se pegó a mi retina y me arrancó para siempre de los límites estrechos de las tragicomedias de situaciones.

Como Sergio contó, Twin Peaks supuso el origen de toda la narratia televisiva que vino después y seguimos disfrutando actualmente. Le tildaron de loco. Pocos confiaron en que un proyecto televisivo fuese válido para un director de cine talentoso como él. Le mandaron directo al fracaso. Los televidentes no querían series «sesudas», «tristes»,… Mejor seguir con «La casa de la pradera», «Bonanza»,… ¡Qué locura basar su incursión televisiva en el esclarecimiento del asesinato de una chica en un pueblo perdido, haciendo girar al guión por todo lo sombrío que una pequeña población puede ofrecer, casi a la manera de Poe y que luego usó Von Trier en «Dogville». Tomas y planos magistrales como nunca antes se habían usado en televisión. Descenso de audiencias en cuanto no era Linch quien estaba detrás pero que rápidamente se remontaban en cuanto cogía las riendas de nuevo, creando una serie mítica a la que muchas otras han emulado sin cesar.

Y hace nada, el jueves 20 de junio, entré en la cocina de Paula (Con las zarpas en la masa) y me encuentro con una sorpresa: ¡una magnífica tarta de cerezas relacionada con Twin Peaks!.  CEREZAS EN UNA TARTA. NO RECORDABA ESE DETALLE. Gracias, Paula.
La serie unida a una de mis frutas preferidas… ¡Se me hizo la boca agua con la combinación!

Por si fuese poco, la propia Paula con más blogueros/as zaragozanos nos reunimos, en la Presentación de la Provincia de Cáceres en Zaragoza, las cerezas estuvieron omnipresentes.IMG_20130620_233352

Más cerezas. Lo veo todo redondo y rojo agranotado…

Para colmo, mi madre me pasa un libro que dice «tengo que leer» porque la protagonista es una cocinera dueña de un restaurante que se llama «Tiempo de Cerezas». Abro una revista de Salud y me encuentro con que : «La cereza, además de ser rica en minerales, vitaminas A, B, C, y bioflavonoides, tiene un gran poder antioxidante y antiinflamatorio. Gracias a su contiene en ácido elágico, consigue inhibir de manera importante las células dañadas. Se trata en definitiva, de una excelente fruta para fortalecer las defensas del organismo». Esta semana, todo el mundo ha traído cerezas para almorzar.

Y cuando el destino se confabula así… ¿qué otra cosa se puede hacer salvo un bizcocho usando ese ingrediente y poner todo tu cuerpo rendido a los placeres de la cerezaterapia, mientras vuelves a ver la serie y disfrutas de su música envolvente?

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Aquí dejo la receta del BIZCOCHO DE CEREZAS y MANZANA recién horneado:

INGREDIENTES: – Un vaso de Masa Madre de bizcocho (nos la pasó una compañera, forma parte de una cadena de tartas solidarias, la hemos añadido pero creo que es prescindible) – Dos vasos de harina de fuerza  – Un vaso de aceite de girasol  – Un vaso de Kéfir (generoso) si no se dispone del «Tamagochi» lácteo, añadir leche o yogurt, como más guste. – 1 sobre de levadura – Un vaso de nueces (peladas, por supuesto)      – 2 huevos   – 1 pizca de sal y otra de canela -Una manzana troceada y un puñado generoso de cerezas deshuesadas  partidas.

¡AL HORNO 40´-45´ a 180º!. Dejar enfriar, cortar y…¡revivir!

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HACER ALGO NUEVO

¿Cuándo hice algo nuevo por última vez? Esta pregunta me asalta a menudo. Siempre estoy pendiente de no dormirme. Demasiado pendiente. Admitido. Ni siestas ni bajadas de guardia. Acción. Probar. Vivir experiencias. Por eso acepto retos. De cabeza. Retos literarios, culinarios, viajeros, profesionales… Con temor al fracaso pero con ganas me lanzo y crezco frente a retos y aprendizajes. El olor a nuevo me atrae.  ¿Cuándo…?

Y, últimamente, no he tenido otra que volver a preguntármelo porque han acontecido varios sucesos casi a la par:

1º)- Encontré esto en el blog de La Papila Crítica. Primera reacción, sonreír; segunda, ponerme modorra al recordar las primeras muecas de mis sobrinos al probar sabores nuevos (aún resuena la exclamación de Diego, con lengua de trapo, tras llevarse a la boca una de mis «inventadas» tapas a base de paté de nécora: ¡Papá, ¿qué me has dado?!); tercera, recordar lo mucho, muchísimo que me encanta el limón y las ganas que tengo de que «apriete Lorenzo» de verdad para hacer limonadas y granizados; cuarta, dejar entrar la pregunta de siempre: ¿cuánto hace que…?

2º)- ByPils me tienta a hacer algo nuevo desde sus relatos sobre la Pollera Asesina y despierta a la bestia apaciguada que anida en mí. A esa que le encantan las series de crímenes (es un pequeño vicio del que «me estoy quitando» pero Colombo dejo una huella indeleble en mí infante espíritu y ¡cómo cuesta!). Es una ocasión valiosa para elaborar mi primer «cocidito» ensangrentado. Es provocación de altura la de llenar mi cocina de vísceras y densa muerte. Creo que caeré. La siento crecer. Pero aún es pequeña, hay que dejarla reposar. Como al buen fermento. Necesito tiempo.

3º)- Entre tanto, tengo la suerte de encontrar un motivo para avanzar y ¡hacer algo por primera vez!. Me lo brinda una amistad cibernética (¡esto de las redes, a veces, es sublime!). La Perra Andaluza me envía generosa un cuento que ha escrito en su Taller de Escritura Creativa. Cree que me gustará. – Tiene que ver con la cocina- me dice gatuna contradiciendo a su nombre.  ¡Y vaya sí me gusta!. No suelo contar tristezas (salvo las propias de la crisis cuando la vena indignada se me inflama). Me lo impide mi empeño en aferrarme a lo bello, a lo que crece en positivo, a llenar esta bitácora de aromas y guisos que reconforten y caldéen estómagos y sensibilidades. No suelo hacerlo, así que el contraste ya supone «una vez primera». Además, lo realmente novedoso es TENER UNA ESTRELLA INVITADA como los espacios culinarios de verdad. Desde Elana Santonja, pasando por Arguiñano, Bruno Oteiza, los chefs del Canal Cocina,… todos, sin excepción han dedicado programas a «cocinar con». Es habitual pero yo aún no lo había probado. Dejar que alguien me provoque «cociditos» con un tema, sí. Incluir un relato ajeno, no. Y ¡eso va a ser mi/ su primicia!. Prefiere estar en el anonimato. No la miento ni incluyo fotos o referencias.

Pero la recreo e imagino, a tantos kilómetros de distancia, concentrada mientras en su cocina huele a esa tarta de chocolate que le deleita y suena una tonada triste en la voz cautivante de Julio de la Rosa (¡qué nombre tan apropiado para este ser polifacético!). Esto último no me lo ha dicho pero lo imagino. Gracias a ella una de mis últimas «novedades» musicales y bibliográficas ha sido descubir a Julio. Porque antes había oído hablar de él pero sólo eso: Oír. Vagas referencias. JULIO DE LA ROSALiterarias pues tengo pendiente hincarle el diente a su libro. Es un tipo grande que tan pronto hace la banda sonora de una película como escribe poemas, novelas, se embarca en una gira e, incluso, a punto estuvo de venir a Zaragoza para formar parte de «Una cena con…», donde se comen canciones y se escuchan platos porque Puritani todo lo puede, porque Puritani es (como él) habitante de una galaxia lejana, donde todos son MULTI-ARTISTAS.

Una cena con...

 

  Y, dándole mil gracias y uno de mis besos liosos, me despido con este relato que se coció en Sevilla hace nada, tan reciente que está aún humeante y espero que os guste:

Guiso para fracasos emocionales.                              

Ingredientes que no deben faltar:  una pareja feliz, deudas, niños y opiniones varias.

                            La cocina no es más que transformación.

Se coge a una pareja feliz que se adora, que viven el uno para el otro y que están deseando irse a vivir juntos por el resto de sus días.

Aderezar con el frasco de deudas de por vida.

Mejor si tienen trabajos temporales, para que estén con el agua al cuello. Lo que les impedirá disfrutar de su juventud y de su amor.

Que lo poco que ganen sea para comer.

Regamos todo esto con unos cuantos chiquillos.

A fuego bien fuerte. Que él se dedique a trabajar como un poseso y ella a cuidar de los niños, y a olvidarse que antes de ser madre es persona.

No debe añadirse ningún tipo de sal, porque la sal supondría reirse y disfrutar de lo que les rodea, tener aficiones, y entonces el guiso no sería el deseado.

Tampoco debe llevar picante. El matrimonio acabará tan rendido después de lidiar con sus múltiples obligaciones que no quedará tiempo para la pareja.

De vez en cuando se remueve el guiso con las opiniones de la familia y los amigos, que no hacen más que empobrecer lo cocinado.

Y cuando ha pasado el suficiente tiempo a todo gas, de repente se retira la olla del fuego y voilá!, ya está todo quemado.

 

La pareja se mira y pregunta: -¿tú quién eres?

                 Y ahora, ¿quién arregla esto? ¿Ferrán Adriá o Chicote?

 

                                                                                   -La Perra Andaluza,  junio´13-

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SON MIS LABIOS PARA ÉL

– Quince días son muchos días para estar aquí, estáticos, esperando a que a la pava ésta se le ocurra algo glamuroso, a nuestra altura. ¿Para cuándo?, ¡eh!, ¿para cuándo?, ¿a qué diablos está esperando?, es que…

– ¡Schtss, no subas el tono!. Se te infla la vena cuando te exaltas y tienes que aflojarte la corbata otra vez. Mucha sonrisa blanqueada, mucho Solmanía, más hidratantes que yo llevas gastadas este mes y,  al final, guapo, siempre la cagas.

¡Ni te atrevas a chistar!. Y ya estás rehaciéndote ese nudo ¿Es que no ves lo que nos puede pasar que si sigues así?. Me temo lo peor.  Cuanto más deterioraditos aparezcamos, más tirará ella para su monte. Al final, acabaremos siendo el hombre lobo y la mujer pantera en una verbena del Lichis o, peor aún, se descubrirá la verdad que somos: dos mataos que se arreglan ocultando la fatiga de las doce horas curradas de tirón. ¡Y no, ¿me oyes?, eso sí que no lo podría soportar!. Tú y yo tenemos que ser situados en una disco tipo Amnesia llena de gente guapa o en una terraza de altos vuelos donde acudan H.S.S., tomando un Cosmopolitan a lo Carrie o un sofisticado gin-tonic con enebro. ¿Acaso has olvidado nuestra promesa?. ¿Quieres que te enseñe mis manos ajadas, los callos de mis palmas, las varices que ocultan estas medias tan caras?, ¿quieres que te recuerde la úlcera que a punto estuvo de salirte por aguantar las ganas de matar a ese cliente «vip» que te hizo ir y volver a la cocina cinco veces bajo la mirada inquisidora del jefe de sala?. ¿Qué es eso comparado con estar aquí, sentaditos tan tranquilos, esperando a que se le ocurra nuestra historia perfecta?. Haz como yo: ricito que se me escapa, pelito que me recoloco. Ya falta menos, sonríe, miráme con ganas que por ahí asoman dos maduritos interesantes, y no hay nada que le ponga más a un pijo prepotente que birlarle la novia a otro. Igual este es nuestro domingo, igual…

Bocadito1: H.S.S. no quiere decir ni más ni menos que «hombre soltero solvente».

Bocadito2: Con este cocidito, y por los pelos, me sumo al reto armado de Agnyezka. ¡Feliz semana!

 

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HAMBRE DE LIBROS

Llega junio y con él, no sé si el bien tiempo, pero al menos sí abrirán las fauces las casetas de la esperada Feria del Libro en Zarogoza:

Y me pilla con hambre. Con una tremenda gana de leer, y de comerme mil libros.

No sé muy bien el porqué cuando contínuamente me estoy quejando de la falta de tiempo, de mis estantes llenos, de mi vista cada vez más cansada, de que es mejor hacer uso de los bienes comunes e ir a leer a las bibliotecas, dejar de comprar, pasarme al eboock. Pero, no lo puedo evitar, husmeo en las redes y acabo en las páginas de los blogs de cuentos y entradas de los escritores a los que tengo inevitable querencia, me meto en los muros de los mismos y de sus editores y, en la vida real, me doy un paseo y acabo entrando en las librerías o en la biblioteca a rehojear, a catar pedacitos de frases para quedarme con el sabor intenso del deseo.

        Quiero libros de cocina, libros de relatos, libros para sorprender a pequeños y a mayores, libros para pensar, libros para planificar viajes estivales, libros, para llorar,  sentir miedo, deseo, retomar películas, para reescuchar músicas, para psicoanalizarme, para…

…. para ¡Todo esto quiero engullir estos días!. Llenar mi cesta con estos alimentos y con otros muchos que me esperan sin saberlo ni ellos ni yo.  ¡Qué buen festín!

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AQUÍ, SERVIDORA DOÑA CROQUETA, SU TERAPEUTA

Escribía Lorenztero el otro día una entrada sobre su animadversión a las croquetas.

Y HE SALTADO COMO UN RESORTE AL LEERLA HOY. Cualquier cosa menos un ataque a la croqueta. Respeto la sabiduría y la forma de expresarse de Loren. Sin conocerlo, sin haber ido a su cocina, sin haber trotado con él por las sendas de su Donosti, sé que es sublime en el trabajo y  una gran persona. Se percibe al leerlo o, al menos, esa es la impresión que me causa. Pero en esto no puedo estar conforme. Me encanta el proceso seguido por «la Secretaria». Muy ingeniosos ese estudio de mercado. Me gusta su estilo siempre dinámico, pulcro, con humor. Con sus fotos sinceras, sin necesidad de recurrir al mundo «vintage», con sus correspondientes y estudiados desenfoques, adornos wonderfoul de la tienda patrocinadora de mantelería, muñequitos y flores colocadas como al azar.  Nada de eso en el suyo. Naturalidad, buena cocina y mucha vida se respira leyéndolo y siguiéndolo en las redes. Pero no puedo compartir su disgusto con la croqueta, al menos al cien por cien porque todo depende…

CROQUETAS DE ZANAHORIAPara mí, una croqueta es muchísimo más que un alimento oval, cargado de hidratos. Incluso es más que el aroma a infancia que señala con acierto Manuel en un comentario en la misma entrada. Para mí, las croquetas son terapéuticas. Junto con otras faenas de la cocina, entre ellas hacer tortillas de patata, hervir caldos cual bruja piruja en caldero y luego desmigar los ingredientes cocidos. A menudo, hacer caldo y croquetas (como en muchas casas) suelen ir parejos. Primero, hervir, luego: croquetear. Por eso me había puesto a responderle, a contarle a él lo que me ocurre a mí con la croqueta y ¡me he emocionado tanto que ha salido larga, inmensa! (me suele ocurrir, necesito unas cuantas clases más de síntesis). Siempre que me pasa eso, me digo que usaré la inspiración para una entrada pero luego lo voy retrasando y acaban en el olvido. Ni en los blogs amigos como comentario ni en el mío, sólo en mi cabeza (no está mal tampoco, reflexionar siempre viene bien).  Y hoy no va a ser así. Me decido, corto y pego rauda mi respuesta. Rebusco fotos del archivo y una cancioncilla y vuelvo aprovechando la ocasión:

«¡Hola, Loren!. ¿Y si te digo que, además de suscribir lo que dice Manuel, a mí croquetear me relaja tanto que me es vital, imprescindible?. Y nada de Thermomix. Primero porque no tengo y segundo porque con la máquina se pierde el encanto, se pierde la respuesta terapéutica que yo necesito. Cuando estoy de subidón por algo, nada mejor que montar en mi cuartel un Gabinete de Crisis Croquetil: agarro la sartén (que tengo específicamente para armar la masa y a la que ya tengo tomada la medida), saco los ingredientes básicos, troceo con saña los adicionales y me pongo a remover con energía pero paciencia infinita. Enchufo la música que hará de banda sonora a toda pastilla y …   – Mientras muñequeo, mi vida no consumo– parafraseando a la Montiel. Los malos humos se van evaporando conforme se integran los ingredientes que en ese momento tenga en la nevera o los que procedan del caldo. No necesariamente la croqueta de jamón es la number one. Hacer croquetas permite la creatividad, el aprovechamiento y la invasión de la calidez de la infancia en mi ánimo. Es como si pudiese sentarme de nuevo en el regazo de mi abuela para que me contara una historia de su pueblo. Pero no respeto ancestrales recetas. Soy incapaz. Las mías son de leche desnatada, a veces con aceite de oliva en vez de mantequilla, usando harina integral, añadiendo la harina justa (no se trata de añadir harina y harina sino del tiempo de revolver para que el líquido se evapore y ese desagradable sabor farinoso desaparezca). Intento que tiendan a lo ligero dentro de la bomba calórica que son. CON HARINA INTEGRAL

Otra ventaja de hacer croquetas es que son atemporales. Los sopicaldos (que también me producen efecto parecido) sólo me sirven para invierno. A la croqueta el frío invernal le va, pero comerlas en un picnic primaveral, también. Siempre puedo hacer croquetas. Siempre puedo confiar en que conforme la masa va despegándose de la sartén, conforme va cobrando vida propia, un deseo de gritar, un poco de furia, se esfume.
Ni siquiera mancho tanto como dices de la práctica que ya tengo adquirida. Me parece un proceso lento pero limpio. Más que limpiar la sangre de los/ las que asesinaría en plan Dexter, vamos ¡está claro!. A veces, mi excitación es tal que tras una variedad, hago otra. Lo necesito, depende del nivel de sulfuro de mi ánimo. Hay a quien le da por planchar, limpiar cristales, irse de farra, decorar galletas, ponerse a correr mientras escucha a Barón rojo o tirarles trastos a la cabeza de su pareja o hijos, hacer bolillos, a mí ya ves…

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Eso sí, generalmente, me freno y no las consumo habitualmente.

Pocas en los bares; esporádicamente, en casa. 

En los bares porque es más de dieta un encurtido, porque me parecen caras y muchas de ellas insustanciales (en algunos casos, contados, no es así y ahí, sí que caigo) y en casa porque el rito para ser completo, para reconfortarme de verdad, manda compartirlas en un acto social festivo.  Es necesario compartirlas y sentir que el círculo se cierra. Recordar que hay malos momentos pero ahora, ¡ya ves!, aquí estamos riéndonos mientras comparamos sabores.

DE INVIERNOCroquetas de paella

Eso puede ser así porque dejo amorosamente (y no es retórica, le pongo amor al asunto y si alguien  osa tocar la masa, ¡maaaaato!) reposar el resultado, les doy la forma, a mano (mi abuela y mi madre me intentaron enseñarme lo de las dos cucharas pero, con las manos, lavadas y continuamente humedecidas,  es tan reconfortante sentir la masa como si de arcilla o Fimo se tratase que no lo resisto). Las empano, eligiendo el tipo que mejor les va (con o sin perejil, con o sin ajo, de pan o quicos,…)  y coloco en bandeja para congelarlas separadas y que no se peguen. Después, tras leer varios capítulos del libro de turno, compruebo que ya están congeladas, las saco, las cierro y etiqueto en una bolsa con la fecha y el sabor (a veces esto se me olvida y es otra fiesta averiguar de qué me dio por hacerlas) y…¡al congelador esperando su momento de consumo!. También podemos hacer catas comparativas porque jamás, jamás de los jamases, me salen igual. Tengo el cajón lleno de variedades. O no. De nuevo, depende.

pinchosY nada de freírlas de cualquier manera, por supuesto. Últimamente hasta con  el horneado ando investigando. Son famosas en mí círculo. Algunas, justo es reconocerlo, por el fracaso que supusieron. Por duras (memorables unas de “pito caleya” que hice en Asturias. No sabía que el bicho era tan duro), por extrañas (las de paella, por ejemplo, tuvieron sus detractores, en cambio a otros les encantaron), por requemadas,….                Croquetones                            Hasta me quería contratar una amiga para servírselas en su casa (cuando aún trabajaba que ahora es una de los seis millones) pero… ¡a las amigas no se les cobra y con la terapia de una no se negocia!. No  la puedo controlar. Hay temporadas en que no hago ni una y otras que son montañas.

En fin, siento el rollo marcado pero es que me lo pedía el ánimo. Tenía que defender el poder de la croqueta. Su capacidad para sanarme, para recordarme momentos de paz, para revivir reuniones placenteras, para anticiparlas, para sentir que si puedes hacer croquetas podrás estirar tus miserias, podrás alimentar a un regimiento jurando como Escarlata que nunca pasarán hambre. Algo así como los huevos tontos, también de mi abuela. Como hacía esa mucama, creo que Florinda Chico, en una serie española del ayer con el insoportable galán de Arturo Fernández  (-pero… ¡¿cómo puedo acordarme del nombre de este tipo y olvidarme de los componentes de Dogma?!, a veces odio mi cabecica de serrín-). Un beso y mil disculpas por la invasión, Loren».

Pues eso, disculpas y agradecimientos también para quién se atreva a llegar hasta aquí. ¡Me he despachado a gusto!. Hoy, que he escrito tal vez no necesite elaborar croquetas, porque ahora que lo pienso, esta temporada de sequía del blog, coincide con tener el congelador tan lleno de variedades como para hacer tres catas: de tinta y chipirón, de gambas con salmón, de cocido, de paella, de zanahoria, de queso y setas,… ¿Coincidencia?. No lo creo.

Pd.: las croquetas no se si serán tan útiles para el resto, pero pasiones levantan, hubo un grupo llamado «Mundo Croqueta» con un único disco («Canciones rebozadas») que se puede oír aquí. Y, por supuesto, ya ha habido un «Día de…» en Twitter con clamoroso éxito.  En el que yo, otra vez, dejé escapar sin aprticipar.

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Os voy a amargar el café…

Porque hoy es el día y no sólo es injusto el mundo de la esclavitud en las fábricas textiles. La vida de los agricultores, avasallados por unos y otros (da igual si es café, chocolate, maíz, cereales para los biocombustibles…) es terrorífica.

Non Perfect. El blog imperfecto.

ComercioJusto

Cuando hablamos de «Comercio Justo» , inevitablemente hacemos una asociación emocional con la caridad, la compasión …. Si alguna vez estamos en disposición de comprar un producto en este canal, pensamos que estamos ayudando a un colectivo concreto ( cosa cierta) pero la realidad es que al realizar esa transacción comercial lo que estamos haciendo no es ser solidarios. No . Lo que hacemos es «ser justos».

Parece algo tan sencillo y tan de «norma vital», algo tan lógico ( ser justos en todos los aspectos de la vida, es una de nuestras metas ¿no?) que parece increíble que este comportamiento básico se viole y se incumpla ( siempre por interes económicos) y se cree una situación tan injusta que requiera de otra, llamada «Comercio Justo» para intentar equilibrar el abuso. Equilibrar y abuso, ya veís que son antónimos.

La existencia de algo llamado «Comercio Justo» debe provocar una profunda…

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CON LO QUE PECO LEYENDO MIENTRAS SE CUECE O VICEVERSA

Alberto, desde sus Desafectos me invita a un banquete literario. No soy la invitada de mesa puesta. Debo ejercer de anfitriona. Si quiero catar los manjares de ese premio, debo guisar. Me empuja a la olla donde burbujeaban las letras de mi sopa y en el que, ahora, sólo se cuecen de aburrimiento las telarañas. Para rescatarlas, me propone cocinar un relato, un test encadenado sobre los pecados capitales y el  placer lector.

DSC_8089En un primer intento, no puedo. No quiero ni acercarme a mi cocina. Cada vez, da más pánico. Se ha convertido en un lugar casi ajeno. Oscuro. Vergonzoso. Como esas visitas al especialista que postergas -si hubiese ido nada más que hacía el año, pero ahora…- Como esas llamadas que no hiciste a tiempo y ya no sabes cómo hacerlas sin sonar tan full como en Estambul -si le hubiese mandado un mensaje por su cumpleaños, pero ahora…- Como esa receta «Del Día de» que tanto te emocionó pero no publicaste – y, ahora, ¿para qué?…- Obstinada, también opongo resistencia porque a mí tampoco me gustan las cadenas, ni siquiera éstas virtuales, ni aunque versen sobre la alimenticia literatura.

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Vuelvo a sentir su llamada. Me agarro al borde de la perola. Demasiado caliente. Su ardor parece avivarse con mi confusión. Hasta mí llega el olor de su buen guiso, el que él hace con sus mejores relatos. Y siento que se lo debo. Atisbo la posibilidad. La contemplo, diminuta, crecer y crecer. La acaricio, la fermento, le doy cuerpo. Paladeo los aderezos que podría venirle bien. Si no me doy prisa, la marmita arderá, se «pegará»,  se echará a perder. Urge engrasar. Rápido. ¡Ya!. Nada mejor para sustentar mi «cocidito»,  para ser el fondo que amalgame mis pecados que ese relato que siempre me acompaña, ése que devoro con gula. GulaCreo que cualquiera de Jesús Ferrero me puede servir, o de Cortázar también, sus Famas, sus instrucciones y sus perseguidores siempre casan bien con mi ánimo. Al final, me decanto por «Belver Yin». Sí, creo que el sabor oriental será una óptima base, aunque cuando lo descubriese ni siquiera había pisado un restaurante chino (¿es creíble escribir que hubo un tiempo en el que no sabíamos lo que era un “rollito chino”, en el que Sushi era un diminutivo y en el que no existía, al menos en mi ciudad, ningún restaurante asiático?). Soy incapaz de repetir una receta al pie de la letra, necesito cambiar algo. Incapaz de relecturas sistemáticas. A lo sumo, si el apetito está caprichosín, voy a lo seguro: a la paella sustanciosa, a la bandeja de canelones o a la fuente de croquetas, y, por supuesto, a los cuentos y poemas cortos que nunca jamás empalagan ni causan empacho. DSC_0017

Tras esa decisión, me siento. Fiel amante de Bartola como soy (o estoy, que ya ni de verbos sé cuál asignarme), no termino nunca de ponerme a leer «En busca del Tiempo Perdido»porque es la colección de libros que más flojera (pero más deseos) me ha procurado. La arrastro desde los tiempos del añejo BUP. Ni tampoco termino de ponerme con la repostería ni de cocer una entrada digna de merecer. La perezacrece en mi artesa. Se infla. Está a punto de reventar, estropeando lo poco cocinado hasta aquí. DSC_8331

Debo de retomar otro ingrediente que me haga levantarme. Nada mejor que la pasión, el lujurioso deleite de estirar una masa, mientras siento como se tensan mis pectorales. No hace falta más gimnasio ni más fuerza impulsora. Tesón y constancia pasional. Añado una pizca generosa de canela y clavo a la salsa y me pongo a escarbar personajes llenos de voluptuosidad, aunque pueda aparecer oculta a primera vista. Aquellos que aportan aromas peculiares de naturalidad, confusión y placer por implicarse en la vida. Los que apuntan redondeces, huyen de lo plano y se inician, en orgías y festines, en el pánico -si es preciso- o se lanzan temerarios al complejo arte de vivir. No es imprescindible que mis comensales sean mitos (no hace falta sentarse al lado de Lady Chatterly, Lolita, Gatsby ni de Alejandro, por muy de Mary Renault que sea) pero no es mi cocina para timoratos/as al estilo Austen. leyendo7

Con invitados así, me tengo que esforzar. Eso sí, sin robar nada en la “Tienda Gourmet” o descargar ilegalmente la creatividad ajena. Puedo hacer que este caldo de ingredientes humildes, agrade y se desee un poco más. El secreto: ingredientes frescos, de calidad. Sin grandes costes. No pasa nada si no le añado foie ni caviar a mi farsa. No es por ser rancia, sino por prudente. No es por ser ávarasino por ser fiel a la máxima que en la mesa (y en la librería) hay que saber buscar y comparar antes de comprar. ¿Por qué quedarnos “tiesos” y constreñidos con los tópicos best-sellers de tapa dura si, esperando un poco, se puede devorar en bolsillo o prestarlo de la biblioteca o paladear un clásico de la segunda mano? ¿Por qué renunciar a una cena a fin de mes por no poder servir rodaballo salvaje y Veuve Clicquot cuando podemos reunirnos en torno a una Raclette de hortalizas y queso regada con una buena garnacha del terruño? Tengo en mi despensa exquisiteces literarias y gastronómicas compradas en saldos y/o regaladas. Pero aún así, tampoco soy acaparadora ni acepto que nadie se arruine por mí. Mesura con la sal y el papel impreso. Bolsillo5

Con estas premisas, la buena digestión está asegurada, la tertulia de sobremesa, también. Sin orgullos ni fastuosidades nadie se atraganta. No conviene molestar a los agasajados con petulancias literarias, ni aburrirlos con monsergas sobre el proceso de cocción. Mejor dejarles reposar el yantar con suaves melodías y susurros sobre mundanales trivialidades. No tengo ni memoria ni “asadura” suficiente para recitar versos gongorinos ni pasajes del Quijote o de las obras de Sakespeare. No conviene terminar una comida con un postre pesado. Cae mejor un helado o una ligera mouse. helados

Y, ya puestos, tampoco me amargo la cena por un mal café. No siento la picazón de la ira ni al leer ni al comer. El plato que no ha resultado ser lo esperado, lo retiro sin más. Ya lo reintentaré en un día de más inspiración o con un nivel de tolerancia y experimentación mayor. No pasa nada. A tipos-de-cafeHay que aceptar que no todos tenemos el mismo paladar. Del libro, del autor que me defraudó en su día, también opino que pudieron ser mis papilas, que no era mi momento. Para hacer una buena cata, siempre, hay que tener la boca limpia. Hay una etapa en que no se quiere arriesgar nada por mucho que insistan los demás. Gustos fijos, ideas inamovibles. La lista del País y la receta «de mamá». Luego te lanzas a probarlo todo con insensatez. Las más, obtenemos una gran satisfacción experimentar la combinación de sabores y texturas más rara encontrada en la web, la recomendación más singular de la lista editorial. Y, a veces, sale mal por no habernos servido seguridad pero eso es avanzar. ¡Claro que me fastidia quedarme con hambre después de tanto trabajar! y hay autores a los que tengo “respeto” y miro con recelo  pero si “tengo el día arriesgado” lo reintento. Eso sí, nunca como ratas (a sabiendas) ni leo novelas rosa por muy aparentes que vengan envueltas ni con lazos desde Suecia.

Y, así, sin envidiaspor no estar sentados en el Celler de Can Roca, ni haber pisado el Noma o no haber ido al Bulli (ni siquiera haber estado a las puertas del Tickets) desmantelo el salón. Deseando reencontrarnos para tener la excusa de cocinar, de leer, de escribir y de gozar. No hay tiempo para leerlo ni probarlo todo. La vida es corta y las opciones, múltiples. El placer puede ser intenso a pesar de estar hecho de miguitas. Hay que elegir y tenerlo presente. Es fácil. Como fácil ha acabado siendo volver aquí, a mi fogón. Gracias, afectuoso Alberto. Una brizna liada ha prendido esta mecha por ti.

SUEÑOS COMESTIBLES————Cociditos fuera del plato———————-

Pd.: Para lo que no encuentro fuerzas (pese al lingotazo de vino quinado que me has servido) es para enfrascar a otros en la tarea. Lo siento pero los blogs que acuden a mí o ya han comido este reto o están sesteando. No me atrevo a incordiar su descanso ni a indigestarles con tazón doble.

Y, por último, en vez de música, quiero acabar enlazando a un blog que sabe mucho, pero mucho de literatura, del oficio de escribir y del vicio de leer. Lo hago porque cuando leí esto sí sentí muchos de esos pecados juntos: la entrada de Sergio del Molino sobre el porqué de sus cosas.

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RESPETO AL VIVIR

cosasdejordi

Buenos días, hoy una vez mas, voy ha hablar…de gilipollas, un tema recurrente lo se, pero es lo que hay, la verdad, hoy (ayer) me he pillado bastante rebote con una contestación de un caballero en un foro de baloncesto (www.elcontaataque.es) porque la verdad, es bastante molesto que te falten al respeto, ya sea en la red o en la vida diaria.

respeto2La verdad, es que hay mucha gente que usa Internet, para verter sus fobias y manías, y que confunde opinar sobre algo, con faltar, como no me gusta lo que dices, te insulto, o simplemente y como creo es este caso, me dedico a meterme con cualquiera que hable.

Personalmente, en este blog, creo que solo he permitido un comentario altisonante, también es cierto, que es el único que ha habido, alguien que no estaba de acuerdo con el escrito y que lo comento, quizás de…

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¡Y hoy, toca por lógica rebloguear un cocidito ajeno sobre la mujer!. Desde «El Periscopio». Plas, plas, plas:

El Periscopio

Hace hoy justo un año que los medios se hacían eco de las palabras  en el Congreso del ministro de justicia de un casi recién estrenado gobierno, Alberto Ruíz Gallardón. Denunciaba lo que el considera una «violencia estructural» contra la mujer que obliga a abortar. Y, por ello, se comprometía “a defender el derecho reproductivo por excelencia de la mujer, que es el de la maternidad». Ya avanzaba que iba a primar «los derechos» del feto, sin decir aún que incluso con graves malformaciones. Fue su homenaje a las mujeres en el día Internacional que se nos dedica. Para que nadie se llamara a engaño. Este señor aún pasaba por “centrista”.

 De alguna manera, los 8 de Marzo de los últimos años habían adquirido un carácter festivo. Quedaba mucho por hacer. No solo en España, sino en un mundo donde ser mujer suele acarrear diversas condenas. Pero aquí parecía a…

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